miércoles, 11 de febrero de 2009

COMO MENINAS... SEGUNDO CAPÍTULO

COMO LOS LEI ENTUSIASMADOS QUISE ENVIAR ESTE NUEVO CAPÍTULO.


Prólogo (¿a qué?)

Desconozco el artesanal manejo del vocabulario y la literatura frondosa. Y esto puede resultar paradójico, pues lo que hago a mi manera aquí es lo primero, cayendo muchas veces en lo segundo.
No sé de estilos ni tengo cultura, más allá de la común. Aunque común en mi familia era el deber estudiar a los clásicos rodeadas por lejanísimos tutores, todos de traje gris y con caspas polvorientas, y sobre todo, mal aliento.
Era aprender números que poco me sirvieron, y el manejo de las teclas de lo cual no fui dotada pero sí emocionada. Agrego a esto el poder diferenciar a un pintor renacentista de otro, y esto es lo que era lo corriente en nuestra casa.
No me desvelo por las noches, ya que mi dormir es apacible y al despertar siento el canto de los pájaros que para mí, y a pesar de tantos años ya vividos, sigue siendo siempre sorprendente.
Soy mujer de poco leer y la lectura, salvo alguna que otra novela con grandes letras impresa, me es tediosa, dificultosa y lejana.
Mi vista se va oscureciendo y la niebla de mis ojos, otrora transparentes como un lago, se va tiñendo de perdidas esperanzas.
Me fue siempre más afín tejer una bufanda de esponjosa lana, que armar una frase que expresara lo que siento. Ahora trato. Vana tarea tal vez. No es para pasar a la historia que lo hago, bien sé que no. Es para no dejar transcurrir lo que quede de mi vida, sin haber intentado ver escrito por mí un texto tan cálido como el calor de un edredón por estas manos cosido.
Dejar un testimonio es como parir un hijo no nacido y que sin embargo recogerá tus cenizas y aun sabiendo que no está, lo vivo. Es dejar una herencia que caerá tal vez en el olvido, ¿pero acaso los testamentos no son solo papeles válidos hasta ser leídos? No dejan emociones a futuro, fueron apenas portadores de algún suspenso.
Por eso, en mi acalorada vitalidad que va cediendo, trato de darle forma a este mosaico de días que son lo que sé que es mi tiempo. Esto dejo. Tiempo. Y un inaccesible deseo de ir de mí más lejos.
Sé bordar, mal, y me sigue aburriendo la pintura que aborrecía ya en mi infancia, y no me conmueven las acuarelas que llenan mi casa, y me aterra la sola idea de tomar un lápiz para esbozar un dibujo.
Escuché una vez que alguien dijo que quien habla de su aldea, pinta el universo. Yo sé que conozco bien la mía y también sé con certeza que es éste mi universo. Por eso hoy, aquí, en esta noche fría de invierno, cuando el calor del fuego hace que los vidrios se empañen, impidiéndome ver a través de ellos las raquíticas ramas de mis dos queridas moreras que me ahogan de placer en verano con sus hojas y su sombra, decidí escribir, a tientas, mi historia.
No es para que sea leída por otros. Puede que me engañe al respecto, al escribirlo. Levanto la pluma y contemplo este papel que estará pronto teñido por la tinta, como si fuera un libro.
Espero terminarla para, una vez finalizada, encuadernarla prolijamente con tapas de cuero carmesí y con estas mismas gafas que ahora uso para narrarla, leerla una y otra vez sin ánimo de corrección sino con el deseo de revivir recuerdos, que son lo único que la vida me ha dejado.
Miento, no es lo único. Hay más. Hay algunas posesiones que me hacen tomar conciencia del paso del tiempo, al ver que sobre las paredes de esta casa crecen los tallos de las enredaderas, mientras yo me empequeñezco en mi osamenta.
Cuadros que reflejan un pasado que lejos de causarme tristeza, me alegran.
Viñedos que siguen dando uvas que endulzan mi paladar, igual que entonces.
Sábanas de hilo que atesoro y no uso, pero extiendo a pesar de tantas sirvientas, en las mañanas en el parque de la casa y contemplo en su danza con la brisa, mientras el sol las purifica.

Luego, al volver a guardarlas, las colmo de lavanda y las beso.

Afectos humanos ya no tengo. Todos idos. Hasta el de mis perros, que incluyo entre mis seres más queridos. Al irse el último, por viejo, me interné en soledades de ladridos. Seguramente, si tuviese nuevos me sobrevivirían y no deseo que sufran éstos al perderme a mí, lo que yo sufrí por aquéllos.

Hoy la servidumbre es nueva como un cristal regalado en un día de una boda, sin usar pero con brillo. Son dispuestos, y ansío viva muchos días para poder darle a ellos la alegría de saberse mantenidos en esta casa y no tener que salir a buscar otro refugio. Para ellos, sólo les queda la mía. Pero igual son muy gentiles, aunque no entiendan mis sábanas ni mis perros sin ladridos. Más me miman y ¿qué más puedo pedir yo a la vida? Que me cuiden, como si en verdad fuese querida. Dejémoslo así.

Al decir esto me río en sencillas carcajadas. Sonrío por todo lo vivido. Por la magia del tiempo acontecido con fervor y con ahínco, y por haberlo desmenuzado día a día. No tengo remordimientos ni amores que hubiese deseado y no haya tenido. Tuve ese y sólo ese. Lo tuve ayer y hoy conmigo está tenido. No puedo hablar de él sin sentir que una tormenta me aturde los oídos y un canto muy lejano de quien está perdido me ilusiona al saber que pronto, ojalá, estará él conmigo y yo con él en algún sitio.
Todo fue como quise y como quiso, si es que existe, el destino. Esos amores, no sólo él, se fueron en el tiempo que debieron haberse ido y aunque lamento sus ausencias, los llevo tan dentro de mí, que sé que también ellos ven volar las sábanas y huelen los ramos de lavanda que guardo yo en ese altillo.
No sé si me emocionaré al pasar mis recuerdos a un papel, tanto como el haberlos vivido.
Deseo conocer esa sensación. Bucearla. La voy intuyendo. Tengo la impresión de que sacar a flote la nostalgia, debe ser tan riesgoso como intentar reflotar el casco de un otrora bello bajel que descansa en las profundidades de un mar amigo. Riesgoso el enfrentarlo nuevamente a la luz del sol. Quizá mejor sería dejarlo allí, en paz, sostenido por el líquido elemento que lo protege y lo ha hecho suyo.

¿Será sacrílego intentar recuperar esos momentos? No lo sé. Recién comienzo.

5 comentarios:

ALEJANDRO À dijo...

Es muy poetico pepe!
me encanta el párrafo donde el personaje de la novela habla de sus perros y del afecto que tiene hacia la servidumbre de ofrecerles un refugio.
No me canso de releerlo una y otra vez. Es una cataratas de imágenes bellisimas.
Te felicito.
Y aunque no quiero sonar repetitivo, todavía no encuentro la forma de decir GRACIAS con otra palabra que abarque todo lo que ésta lo hace.
Y me gusta que estes de vacaciones. Se ve que esas playas te inspiran porque ultimamente cuidas tu blog de una manera muy especial y eso es una forma también de cuidarnos a nosotros.

Anónimo dijo...

PEPE ME ENCAANTO! YA LO IMPRIMO Y LE DIGO A MI MAMA QUE LO LEA!
ESTA ESTUPENDO!! AHORA SI.. PREPARATE POR QUE TE VOYA PEDIR MAS SEGUIDO JAJA. POR MOMENTOS CREO QUE HABLA DE VOS, PERO COMO VOS ESCRIBISTE ES EL COMIENZO ASIQUE A LEERLO.
UN BESO Y NO MOLESTO MAS! AAAAA.. SI QUERES PASA POR MI BLOG QUE PUSE UNAS FOTOS DEL ESTRENO DE OTELO EN DONDE APARECEN VOS..JUAN..LORE. UN BESO GRANDE!

Anónimo dijo...

HOLA Pepe, leyendo el pre-prólogo de "Como Meninas....., me encontré sumergida en los paisajes que tan bien nos relata García Marquez, en algunos de sus libros.
También recordé el lenguaje lleno de imágenes de una naturleza pura, que empleó Rulfo en Pedro Páramo. Son descripciones que despiertan todos los sentidos, me atrapa.
Cuando aparece el personaje narrador en el PROLOGO, valoré el deseo de ella,cuando replantea plasmar su historia en un libro o de alguna manera, dejar testificada su vida.
Tengo escrito un texto muy cortito, expresando ese mismo sentimiento y el deseo de que alguien leyera en algún momento a mis personajes. Quizás en algún momento te lo envíe.
Mis cariños, FELICITACIONES!!! y espero la continuación de "COMO MENINAS... Noemí.

Bibiana dijo...

Mañana pobre ver y sentir este relato.......Hoy solo estoy de duelo. Perdon, pero hoy sufro.....TE QUIERO tanto, tanto

Anónimo dijo...

que lindo encontrar este texto pepe... me encanta como escribís... sos todo un poeta... jaja... gracias por permitirnos ver tu arte....
saludos.